No solo es Nuevo León: Sequía en México es 3 veces mayor este año que en 2020
La falta de agua en Nuevo León ha prendido las alarmas de autoridades, por eso el presidente López Obrador prometió visitar el estado, también se anunció del “Plan Agua para Todos”; pero la situación de esa entidad es solo una muestra del problema al que México se enfrenta: 15 de los 32 estados de la república padecen un nivel de estrés hídrico “extremadamente alto”, según un reporte de WRI. Lo que significa que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible.
Y de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al 15 de marzo de 2022 el área del país con sequía —de moderada a excepcional— fue de 30.4%; en 2021, el porcentaje a nivel nacional fue de 65.21 %; mientras que en el mismo periodo pero de 2020 el porcentaje a nivel nacional de sequía de moderada a extrema fue de 8.97 %.
Es decir, aunque es menor que el año pasado, en 2022 el área de sequía es casi 3 veces más de lo que se vivió a inicios de la pandemia.
La emergencia solo puede atenderse con políticas públicas para tratar de regular la escasez y desigualdad en el acceso al agua, coincidieron especialistas entrevistados.
Una sequía pronunciada
La ausencia de lluvias en Nuevo León ha provocado un desabasto de agua en las presas Cerro Prieto y La Boca. En consecuencia, el gobierno emitió una declaratoria de emergencia por sequía, y anunció “cortes de agua” semanales a partir del 22 de marzo.
Este martes, el gobernador Samuel García se reunió con el presidente López Obrador para hablar sobre el tema que, según dijo, “se arreglará de una vez por todas”.
Sin embargo, hay que considerar que el “tema del agua”, como lo llama García, es multidimensional, pues intervienen diversos factores que van desde las condiciones geográficas de cada zona, los usos que se le da al agua en cada cuenca, y las políticas públicas.
Alberto Búrquez Montijo, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, destaca que la sequía es una construcción social sobre “la percepción humana de la escasez de agua”, por lo que cada comunidad lo percibe diferente.
En el caso de Monterrey, dice, la falta de agua depende de diferentes factores. Entre ellos, la suma de sequías meteorológicas, agrícola e hidrológica, combinada con aspectos socioeconómicos como el estado de la infraestructura y la distribución del agua en la zona.
De acuerdo con el monitor de sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), durante la primera quincena del mes de marzo del 2020 hubo fenómenos meteorológicos que favorecieron precipitaciones “por arriba de lo normal”, en algunos estados.
Pero este año, aunque se observaron lluvias por arriba del promedio en Tabasco, Chiapas y la Península de Yucatán, no fueron suficientes para contrarrestar la sequedad del suelo.
Eduardo Hinojosa, del Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus siglas en inglés), explicó a Animal Político que “la sequía se refiere a una escasez temporal de agua en comparación con condiciones normales o habituales. También se le refiere como una anomalía transitoria, ya que regularmente pues es por un tiempo determinado y tiene una conclusión este fenómeno”.
La sequía es solo uno de los problemas derivados de la falta de agua, y entre ellos uno de los que más preocupa es el llamado estrés hídrico, que básicamente consiste en extraer más agua de la que logra ingresar al sistema para recargarlo. Es como sacar del banco más dinero del que ganamos.
Ahora mismo, como ejemplo de esa situación, la presa La Boca de Monterrey, Nuevo León, sólo tiene el 13% de su capacidad; mientras que Cierro Prieto sólo tiene el 7%, según la Conagua.
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“Yo creo que no logramos dimensionarlas en su totalidad como sociedad pero en resumen la cantidad y calidad de agua que tenemos a nuestra disposición, se va reduciendo, se ha ido reduciendo y esto tiene efectos nocivos en la salud pública en el desarrollo económico de la sociedad en general en la biodiversidad y los ecosistemas”, señala Hinojosa.
La ‘tragedia de los comunes’
Búrquez explica que hay algunos recursos naturales de uso colectivo, que al ser reconocidos como de la comunidad, terminan por ser sobreexplotados y terminan por agotarse. A esto se le conoce como la “tragedia de los comunes” y el agua forma parte de ello.
El especialista de la UNAM señala que el agua se ha considerado como un recurso inagotable desde tiempos inmemoriales, aunque no necesariamente es así.
Un tema que es de conocimiento general es el funcionamiento del ciclo hidrológico, todos aprendimos que el agua que usamos se evapora y regresa a la tierra de forma aparentemente infinita
Pero aunque Hinojosa reconoce que en términos físicos el agua ciertamente no se pierde, el agua de la que disponemos para consumo sí se ha ido reduciendo debido a la contaminación y deterioro de las fuentes de agua.
Si bien el ciclo hidrológico sigue su camino, los seres humanos lo hemos afectado, por ejemplo, al pavimentar zonas por donde se infiltraba el agua a los acuíferos.
De acuerdo con atlas de riesgos hídricos elaborado por WRI, México ocupa el lugar número 24 del mundo en un nivel de estrés hídrico definido como alto, esto significa que entre el 40 y el 80% del agua disponible se extrae cada año.
Pero de forma local, la situación es un poco más complicada pues 15 de las 32 entidades federativas se encuentran un nivel extremadamente alto y esto significa que al año se extrae más del 80% del agua que se tiene disponible, explica Hinojosa.
De acuerdo con este instrumento casi la mitad de los estados de la República están bajo una situación de estrés hídrico extremadamente alto.
Baja California Sur encabeza la lista, seguido de Guanajuato, Ciudad de México, Aguascalientes, Estado de México y Querétaro. Siguen Zacatecas, Chihuahua, Hidalgo, Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Morelos, Jalisco y Tamaulipas.
Manejo ineficiente del agua
De acuerdo con el INEGI, en México, 76% del agua se utiliza en la agricultura; 14% en el abastecimiento público; 5% en las termoeléctricas y otro 5% en la industria.
Cifras que, de acuerdo con Búrquez, deberíamos empezar a repensar.
“Utilizamos el agua de una manera muy desordenada en general. La agricultura, por ejemplo, es una actividad que utiliza el agua de manera sumamente ineficiente, utilizamos los mismos métodos que se utilizaban hace 4 mil años”.
El especialista también señala que más del 60% del agua que llega al servicio público se pierde en fugas; mientras que el 5% que se emplea para la industria es agua que se toma directamente del acuífero y que muchas veces no se ve, pero que ahí está.
Búrquez destaca que necesitamos incrementar la eficiencia en el uso, mejores sistemas agrícolas, ganaderos y forestales; así como mejorar la infraestructura urbana y suburbana para distribución del agua.
Pero lo más importante, de acuerdo con Búrquez, es reconocer que las responsabilidades en el uso del agua no son únicamente de los ciudadanos.
“Esta idea de que hay que ahorrar el agua (en casa) como una medida que va a ser que disminuya la la posibilidad de una sequía no es no es real”, señala.
De acuerdo con el especialista “el ciudadano debe de ahorrar agua y hacer lo posible por utilizar la menor cantidad de agua, pero eso no va a ser que las cosas cambien. Lo que va a hacer que las cosas cambien realmente va a ser cuando tengamos legislación adecuada que regule los grandes usuarios del agua, el agua de carácter agrícola, el agua ganadera y el agua asociada a procesos industriales como la minería y los textiles”.
Hinojosa coincide y señala que, además de las acciones individuales, “como ciudadanos podemos demandar ciertas acciones de nuestros gobiernos, para que ellos establezcan políticas públicas y se vayan creando las bases para tener acciones mucho mucho más potentes y más definidas”.