A dos años, Carla sigue exigiendo justicia por la muerte de su padre
Fue victimado a balazos en calles de la ampliación Juárez
MESA DE REDACCIÓN C-13
Parral.- A dos años de haber perdido a su padre luego de que desconocidos le dispararan afuera de un domicilio en la Ampliación Juárez, Carla Bustillos Rodríguez sigue buscando justicia.
Mediante una carta escrita de su puño y letra, recuerda el terrible trance por el que pasó y cuyas heridas no logra superar.
“Ésta foto es la última que tengo con mi papá, Esteban Bustillos. Ese fue el último día que lo vi. Exactamente cuatro semanas después lo estaría sepultando. Dos años han pasado ya de ese fatídico día. Un año desde mi primera carta.
Nada ha cambiado mucho en éste tiempo. El mundo sigue dando vueltas y yo sigo aquí esperando respuestas. Puedo decir que quiero justicia, pero la justicia es muy relativa. Y si soy honesta conmigo misma, ¿Realmente creo en la justicia?, ¿Qué cosas tendrían que ocurrir para decir que recibimos justicia? No estoy segura, porque honestamente nada me va a devolver a mi padre, nadie les va a devolver su abuelo a mis hijos, ni a mi madre todos los sueños y planes que ella aún tenía con mi papá.
Idealmente estarían presos, cumpliendo una condena de no más de dos décadas, más probablemente unos cinco años y en realidad no es suficiente; nuestra pena es de por vida, nuestra sentencia fue perpetua. Aún en la cárcel podrían recibir visitas, sus familiares tendrían la oportunidad de convivir con ustedes, llevarles comida y platicar. Yo sólo puedo visitar su tumba, puedo hablarle, pero no me escucha, no me contesta.
Sólo experimentando mí mismo dolor sabrían lo que es y aún eso no sería justicia. No se equivoquen, no quiero venganza, no quiero más violencia. No me interesa que más inocentes sufran lo que ha sufrido mi familia, pero tampoco puedo quedarme con los brazos cruzados y la boca cerrada.
Mi padre recibió un balazo en la cara, bala que entró por la mandíbula inferior izquierda y salió del lado derecho. Fue un disparo del que hubiera tenido muchas posibilidades de sobrevivir si se hubiera atendido a tiempo. Ese disparo ocurrió a las 8:42 de la noche de un día martes, mientras estaba en su camioneta, enfrente de su casa, solo.
Los asesinos abrieron las puertas de la camioneta en la que estaba, le dispararon y se robaron algunas cosas, dejando las puertas abiertas. Curiosamente nadie vio ni escuchó nada. Nadie habló a la policía para reportar un disparo y mucho menos a una ambulancia para reportar un herido. Las puertas de la camioneta estuvieron abiertas toda la noche y a nadie le llamó la atención.
En algún momento mi padre recuperó el conocimiento y trató de bajarse de la camioneta, su pie se atoró en el estribo, cayó y se golpeó la cara en la banqueta. Ese golpe probablemente lo volvió a dejar inconsciente y ahí quedó, tirado en la banqueta, desangrándose por horas hasta que murió. Alguien llamó a la policía casi a las 6 de la mañana del día siguiente. Nueve horas después de haber recibido el disparo.
Tardé un año en saber los detalles, no quería saberlos, prefería pensar que su muerte había sido rápida y sin dolor, pero no, con mi corazón hecho pedazos tuve que aceptar que su muerte fue lenta, que nadie lo ayudó y que de todo lo que pasó mucha gente supo y se calló.
He tenido que aferrarme mucho a Dios y a mi fe para no llenarme de odio y de rencor. He tenido que aceptar que aunque para mí no tenga sentido, Dios así lo quiso y es a él al que le dejo la justicia.
Aun así, sigo preguntándome. ¿Qué les debía mi papá?, ¿Que hizo para que decidieran ser juez y verdugo al mismo tiempo? Mi papá no era perfecto, pero nada que haya hecho ameritaba ese castigo. ¿Por qué lo hicieron?, ¿Por qué nos condenaron al dolor de su ausencia?. ¿Tienen hijos?, ¿Saben que el dolor de los hijos duele más que el propio?, ¿Tienen idea de lo que hemos sufrido al ver a mis sobrinas y a mis hijos llorando porque extrañan a su abuelo? Tengo derecho a saber qué pasó, a saber la verdad.
Sigo escribiendo porque quiero pensar que todavía hay alguien por ahí con un poquito de conciencia, alguien que sabe la verdad y guarda el secreto, pero que algún día va a hablar porque éste tipo de secretos es de los que causa úlceras que luego se convierten en cáncer. Alguien, un día va a decir la verdad. Y tal vez la justicia del hombre no haga mucho, porque nos hemos convertido en cómplices encubriendo culpables, pero el tiempo me dará respuestas y un día, aunque mis ojos tal vez no lo vean, sé que habrá justicia. De la que nadie se escapa, de la que termina siendo nada más que una consecuencia de nuestras propias acciones.
Muy probablemente volverán a leerme, porque mientras no sepa quién eres ni lo que te motivó a hacernos tanto daño, no dejaré de buscar la verdad.
Carla Bustillos Rodríguez.
El caso al que Carla hace referencia, ocurrió el 7 de julio de 2021, cuando el hombre quedó tendido sobre la banqueta de la calle Carnero a la altura del numeral 57.
Esteban Bustillos Rodríguez de 63 años de edad, era originario de El Tule, pero tenía su residencia en los estados Unidos.
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