Para niños migrantes, México puede ser el final del camino
Ciudad Juárez – Los niños salieron de una camioneta blanca, aturdidos y cansados, frotándose los ojos por el sueño.
Habían estado de camino al norte, viajando sin sus padres, con la esperanza de cruzar la frontera hacia Estados Unidos.
Nunca lo lograron.
Detenidos por oficiales de inmigración mexicanos, fueron llevados a un refugio para menores no acompañados en Ciudad Juárez, marcharon en fila india y se alinearon contra una pared para su procesamiento. Para ellos, esta instalación a kilómetro y medio de la frontera es lo más cerca que estarán de Estados Unidos.
“Mami, tengo malas noticias para ti”, recordó una de las niñas del refugio, Elizabeth, de 13 años, de Honduras, que le dijo a su madre por teléfono. “No llores, pero la inmigración mexicana me atrapó”.
Los menores en el refugio son parte de una creciente ola de migrantes que esperan encontrar un camino hacia Estados Unidos, en parte porque ven al presidente Biden como más tolerante en temas de inmigración que su predecesor, Donald J. Trump. Los funcionarios fronterizos se encontraron con más de 170 mil migrantes en marzo, según documentos obtenidos por The New York Times. Esa cifra es un aumento de casi el 70 por ciento desde febrero y el total mensual más alto desde 2006.
De estos migrantes, más de 18 mil 700 eran menores no acompañados detenidos en cruces fronterizos, casi el doble de la cifra de febrero y más de cinco veces los 3 mil 490 detenidos en febrero de 2020, mostraron los documentos.
Si logran cruzar la frontera, los menores no acompañados pueden intentar presentar su caso a las autoridades estadounidenses, ir a la escuela y algún día encontrar trabajo y ayudar a sus familiares en casa. Algunos pueden reunirse con sus padres que esperan allí.
Pero para aquellos atrapados antes de cruzar la frontera, el largo camino hacia el norte termina en México.
Si son de otras partes del país, dado que un número creciente se debe al costo económico de la pandemia, un familiar puede recogerlos y llevarlos a casa.
Pero la mayoría de ellos son de América Central, impulsados hacia el norte por una vida que la pobreza, la violencia, los desastres naturales y la pandemia hicieron insostenible, y alentados por la promesa de la administración de Biden de adoptar un enfoque más generoso en materia de inmigración.
Esperarán en refugios en México, a menudo durante meses, para que se hagan los arreglos necesarios. Luego, serán deportados. El viaje hacia el norte no es fácil, y los jóvenes migrantes que lo desafían tienen que crecer rápido.
En 2018, 1 mil 318 niños fueron admitidos en albergues para menores no acompañados en Ciudad Juárez, dijeron las autoridades locales. Para 2019, el número había aumentado a 1 mil 510, aunque se redujo a 928 el año pasado debido a la pandemia.
Pero en los dos primeros meses y medio de este año, la cifra se ha disparado a 572, una tasa que, de mantenerse, superaría con creces el total alcanzado en 2019, el año más alto registrado.
La escena en Ciudad Juárez, al otro lado del Río Bravo desde El Paso, Texas, cuenta solo una parte de una historia que se desarrolla a lo largo de los casi 3 mil 200 kilómetros de la frontera.
Información de eldiariodechihuahua.mx