Buques policiales patrullaban el río mientras que más allá del Sena, motocicletas y autos fueron incendiados en el bulevar Saint Germain. La policía antimotines y los bomberos llegaron al lugar, y montaron barricadas en medio de la ancha avenida que también resplandecía por las llamas.
La marcha en el octavo sábado consecutivo del movimiento de los chalecos amarillos se anunció y fue aprobada con anticipación, a diferencia de algunas manifestaciones ilegales en diciembre que degeneraron en vandalismo, saqueos y caos.
El ambiente era más bien tranquilo, pero dio un vuelco cuando algunos manifestantes intentaron cruzar el río en un puente peatonal que no estaba en la ruta aprobada por la Asamblea Nacional del Ayuntamiento, la cámara baja del Parlamento. La policía utilizó garrotes y gas lacrimógeno, luego bloqueó el puente cuando se desataba la violencia.
Se llevaron a cabo otras confrontaciones entre la policía y los manifestantes en otras ciudades francesas. Gas lacrimógeno fue rociado en Bordeaux, en el suroeste, en Ruan y Normandía.
No hay cifras oficiales del número de manifestantes que se manifestaron por todo el país. La televisora BFMTV, citando a varias fuentes policiales, calculó que el número de manifestantes en la capital francesa hacia media tarde era como de 3.500.
Las autoridades advirtieron que no tolerarían actos ilegales. Una figura conocida en el movimiento, Eric Drouet, fue detenida durante la noche esta semana por supuestamente organizar una manifestación ilegal. El viernes, el portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, dijo que los que siguen protestando “quieren insurrección”.