“Entendimos tarde que el Covid-19 no es un juego”
“Ya comprendimos que no se puede jugar con la enfermedad, con el Covid-19”, dice Juan Blas, el nuevo representante de los comerciantes del Mercado 5 de Septiembre, el más importante de Juchitán que llega a concentrar hasta 5 mil personas en un día. Lamentablemente, añade, tuvimos que pagar un alto costo para saber que la pandemia es mortal.
Juan Blas fue quien sustituyó en el cargo de administrador del mercado juchiteco a José Alfredo Martínez, quien perdió la batalla contra el coronavirus el 8 de julio pasado, justo cuando esta ciudad zapoteca vivía sus días más oscuros debido a la pandemia. Días después, otros dos comerciantes fallecieron a causa de ese mismo padecimiento.
Hasta antes de esas muertes, los 700 comerciantes instalados en el recién remodelado edificio, que resultó afectado por el terremoto de 2017, y que tardó dos años en ser rehabilitado y reabierto, se mostraban reacios a vender cada tercer día, como había sugerido la autoridad municipal para reducir la movilidad.
Con esos fallecimientos y otros que involucraban a sus vecinos, compadres y familiares cercanos, los comerciantes cerraron el mercado por cinco semanas a partir de los primeros días del mes de julio. “Primero no querían cerrar y, después, por miedo, no querían abrir”, recuerda Juan Blas.
“Ahora ya comprendimos que la enfermedad mata. Todos usamos cubrebocas y tenemos gel antibacterial a la mano. Todos vigilamos que las personas que vengan a comprar guarden su distancia, usen la mascarilla y no se aglomeren”, explica.
En Oaxaca, las estadísticas de la Secretaría de Salud señalan que hay 27 mil 663 casos confirmados de Covid-19, y 2 mil 83 defunciones.
De ese total, Juchitán concentra 441 casos y 66 muertes, pero las tumbas y registros municipales señalan que, en realidad, las víctimas de la pandemia son más de 200.
La otra cara
Sin embargo, la dura lección, con los más de 200 fallecidos que dejó el Covid-19 en las familias juchitecas entre los meses críticos de junio y julio, parece que no caló entre otros sectores, como los comerciantes semifijos que están en el centro y, claro, también entre algunos compradores.
Desde los primeros días de diciembre de este 2020, la parte céntrica de la ciudad registró un incremento en la movilidad. Compras de todo tipo para las celebraciones de fin de año. Mariscos, dulces, pirotecnia y, sobre todo, artículos navideños.
Sentado en la esquina del Palacio Municipal, fracturado por el terremoto desde septiembre de 2017, Antonio ofrece sus frutas, manzanas y plátanos, pero, como otros comerciantes, no usa cubrebocas. Tiene más de 50 años y, por lo tanto, es población de riesgo, pero dice que se sofoca con la mascarilla.
En ambas aceras de la prolongación 16 de Septiembre, entre el lado frontal del palacio, frente a sus arcos golpeados por el movimiento de la tierra y el lado oriente del parque Benito Juárez, en una recta de 150 metros de longitud, unos 150 comerciantes venden de todo, entre una masa de personas apretujadas.
“De todo” quiere decir que venden pescados, jaibas y camarones frescos, asados o fritos, dulces de torrejas y calabazas, manojos de epazote y chiles, y huevos de gallinas de rancho. Flores frescas y hamacas.
En ese espacio de 3 mil 300 metros cuadrados, desde la punta norte al sur del palacio, y de ambas aceras que guardan una distancia de 22 metros de oriente a poniente, quedan pocas áreas de salvación. La gente camina, dialoga, compra, vende y arriesga su vida. Más adelante, exactamente en el cruce de las calles 16 de Septiembre y Benito Juárez de esta ciudad —considerada con sus más de 100 mil habitantes, como el corazón comercial del Istmo de Tehuantepec— la movilidad es más intensa.
En esa esquina, muchas personas caminan sin las medidas sanitarias. Compran tortillas de comizcal, quesos frescos recién traídos de los ranchos cercanos, armadillos para el desayuno y terneras recién nacidas.
Al norte de la 16 de Septiembre, avenida que une las carreteras federales Panamericana y Transístmica, se expenden sin restricciones artículos navideños y todo tipo de pirotecnia, como si un virus letal no fuera suficiente riesgo.