“No pidan de a muchos”: El Ruco
Desde 1965 los parralenses disfrutan de los exquisitos lonches de un zacatecano adoptado por parralenses
Por: Víctor González
Parral.- Procedente de Trancoso Zacatecas Gustavo Guerra González, allá a mediados de la década de los sesenta llegó a Parral, ciudad que luego lo adoptaría e inclusive lo convirtiera en un popular personaje gracias a un negocio que estableció, pues en 1965 los parralenses conocieron una nueva manera de mitigar el hambre.
Fue entonces cuando en la oreja del puente ubicado junto a la Secundaria Federal se establecieron los “Lonches El Ruco”, mote con el que se le conocía a aquel amante de los caballos y del campo.
La fama de sus lonches comenzó a extenderse y hasta hoy continúa, gracias al tesón con el que su hijo Jacobo ha mantenido viva la tradición de los deliciosos lonches de carne molida con jamón y asadero, o solo de jamón y asadero, esos sí, con mucha mayonesa y el toque especial de la salsa de chile árbol que no debe faltar.
Parece que fue ayer cuando el Ruco solía decir frases como: “No pidan de a muchos”, ¿Con poquita salsa verdad?, para que no se enchile; tomando la enorme cuchara atiborrada de picante y vaciándola en el lonche a manera de reto para el comensal.
Desde muy temprano, el puesto atendía principalmente a los alumnos de la secundaria, pero también a maestros y personal docente de la escuela, y gracias a su fama llegaban de todas parte de la ciudad a deleitarse con el exquisito manjar.
Un día, un empresario radiofónico así como un conocido locutor, ambos de muy buen diente, acudieron a disfrutar de sendos lonches y fue ahí cuando les pidió que si era posible que le grabaran el corrido de un caballo, solicitud que fue atendida por los trabajadores del medio de comunicación.
Del Ruco hay cientos de anécdotas, desde el sazón secreto con el que preparaba la salsa la cual era elaborada de la manera más simple pero siempre con el mismo sabor, además, la manera de aventar en el pan las rebanadas de jamón y asadero, y luego embadurnar con bastante mayonesa el lonche.
Toque más que especial le dan todavía los frijoles refritos que llevan los de asadero, pero por encima de todo era su aspecto bonachón y simpático el que le daba ese plus al negocio.
El inolvidable Ruco perdió la vida hace poco más de una década en un accidente carretero cuando se dirigía a su rancho allá por Santiaguito, en la carretera a Santa Bárbara, más no murió con él la tradición que desde 1965, sigue contribuyendo a curar la “cruda” de los lunes, y a saciar el hambre de quienes siguen degustando de los lonches originales y típicos de la ciudad.
Actualmente, su hijo Jacobo es quien no solo preserva la tradición, sino que heredó también la sonrisa, el Don de gente, y la astuta y hábil manera de seguir manteniendo la atención y el sabor, que los Lonches del Ruco han tenido desde siempre.
Incluso, actualmente existe una tentadora promoción, aquél que se coma 10 lonches recibirá dos de regalo
“Qué Dios te dé el doble de lo que tú me deseas. Sin más, tu amigo El Ruco”. Puede leerse al pie de una fotografía con su imagen que vigilante, sigue al pendiente de que no falte nada a sus clientes.