Escapan migrantes a red de ‘polleros’
Desde Centroamérica y hasta Chihuahua opera con impunidad una red de tráfico de personas que tiene control de pueblos completos, policías locales, puntos carreteros, casas de seguridad, hoteles y hasta farmacias.
Una familia originaria de Guatemala narró a El Diario cómo lograron escapar de un cautiverio de más de 20 días desde que fueron captados por un traficante de personas en Honduras, hasta su llegada a la ciudad de Chihuahua.
Aquí permanecieron en cautiverio en el Hotel Casa Colonial, lugar desde donde fueron rescatados por elementos de la Policía Estatal tras llamar uno de ellos al número de emergencia 9-1-1.
La historia de Norma (nombre ficticio para salvaguardar la identidad de la víctima), maestra de educación primaria urbana; sus hijos de 6 y 10 años y su prima, Marta, perito contador, quien viaja junto a su esposo y su hija de 4 años, comienza ya en un entorno de violencia en su natal Guatemala.
Como en México, el control del crimen y su impunidad imperan y marcan el destino de las familias y su desarrollo. En el caso de Guatemala, país fronterizo al Sur con México, son la Mara Salvatrucha y la 18, son las que mantienen en jaque a los comerciantes que como esta familia emprenden con algún negocio y buscan captar a los más pequeños para sumarlos a las filas de la delincuencia.
Nos juntaron a todos por claves, había clave morado, clave escorpión, clave Salmo 91, San Judas, todos traían claves. Prácticamente las claves eran los dueños de las personas” Norma Migrante
Esta es una red muy grande que viene desde Ecuador, Colombia, Guatemala y llega a México. Son conectes tras conectes. A estas personas (como Tony) las llaman enganchadores”
“La razón por la que salimos de Guatemala es porque en el departamento en el que viviamos, en el municipio empezó a entrar la Mara. Mi prima tenía su negocio y empezaron a extorsionarla pidiéndole 5 mil mensuales.
A veces la venta era buena y a veces mala. El problema sería cuando llegara el invierno cuando la venta era menos, pero la cuota seguía fija. A mí me empezaron a llegar anónimos donde querían reclutar a mi hijo de 10 años, para poder entregar teléfonos en negocios, también para lo mismo de extorsión.
Nos decían que si nos negábamos íbamos a encontrar a nuestros hijos muertos. Cambiábamos los teléfonos pero nos seguían mandando fotos de nuestros hijos saliendo de la escuela. Intentamos poner una denuncia en la Policía Nacional de allá. Pero como siempre en la mayoría de países centroamericanos la corrupción es grande y se vende al que mejor paga. Cuando intentamos poner la denuncia nos pidieron nombres y direcciones exactas. No podíamos averiguar eso, y cuando lo dijimos nos dijeron que más valía quedarnos callados”, explicó Norma.
Fue en esos momentos de angustia que a sus vidas llegó un hombre quien sólo se identificó como “Tony”, originario de Soloma, Guatemala. Usando la palabra de Dios y con presuntas buenas intenciones de ayudar a la familia, les promete trabajo bien pagado en Ciudad Juárez.
“Nos mostró fotos y videos de personas laborando. Esta es una red muy grande que viene desde Ecuador, Colombia, Guatemala y llega a México. Son conectes tras conectes. A estas personas (como Tony) las llaman enganchadores. Nos prometían trabajo en Juárez por seis meses y luego podríamos entrar en migración y quedarnos a trabajar acá”, abundó.
Cada uno de estos enganchadores en cada país utiliza un engaño distinto dependiendo de las personas a las que buscan captar. De esto se dio cuenta esta familia cuando en el tortuoso trayecto conocieron a personas de distintas nacionalidades, como ecuatorianos, colombianos, peruanos, venezolanos, y hondureños.
A ellos no se les pidió ningún pago para empezar el viaje, pues presuntamente lo pagarían todo con el trabajo que harían en Juárez. Sin embargo, este enganchador que habla “con la palabra de Dios”, hizo todo por convencer a las familias de viajar con los niños. Los niños serían luego parte de este entramado de amenazas, moneda de cambio y extorsión para doblegar sus voluntades.
La primera parada de la familia fue el municipio de donde era presuntamente originario Tony, Soloma. “Soloma es parte de Guatemala, pero es un territorio manejado por el narco. Es jurisdicción del Chapo Guzmán. Ellos cuidan esa región, toda la gente, todo el pueblo está aliado para no permitir que otro cártel entre. Se miran los cárteles, se mira el ejército y a pesar de ser Guatemala es de los cárteles mexicanos”, explicaron.
Al llegar ahí terminaron en una primera casa de seguridad en la que les sorprendió encontrase con personas de distintas nacionalidades. La promesa de un viaje por autobús se transformó entonces en un viaje como mercancía. En un camión de carga que describen como de “mudanza”, en la caja hacinaron hasta 150 personas paradas y sin aire fresco, a quienes llevaron por un camino de terracería durante horas, pues así cruzan la frontera.
“En ese camión van muchas gentes con niños, muchas mujeres. Porque te dicen que te lleves a toda la familia, yo no iba a traer a mi nena. Pero el señor nos insistió tanto con los niños. Que, cómo íbamos a dejar a la nena, una mujercita. Nos habló tanto, que nos iban a ayudar y estamos tan arrepentidas. A uno le dan alertas y uno no se da cuenta. Yo tengo dos hijos y este señor me dijo, como me gusta tu hijo, el grande. Dejámelo, aquí no le va a pasar nada, no le va a faltar nada y va a empezar en el trabajo, pero el sentido de él ya era otro”, narraron.
Posteriormente llegaron a la frontera en Santo Domingo, y ahí, dijeron, “empezó nuestro terror”. Ahí les quitaron los teléfonos y perdieron contacto por completo con sus familias. Aun quienes los transportaban les decían que era por su propia seguridad, para evitar ser rastreados, entre otras excusas con las que los privaron de este medio de comunicación.
Luego de cruzar la frontera, en México llegaron a San Cristóbal. “Ahí en San Cristóbal llegamos a una colonia en donde todos se dedican al tráfico de personas. Puede usted ver una casa y son bodegas. Fuimos a dar a una mansión de donde nos cambiaron porque ya no cabíamos, éramos ya más de 250 personas. De ahí llegamos a otra bodega y ahí sí ya había personas con cuernos de chivo custodiando la casa. Ahí empezó la tortura, teníamos que pagar para podernos bañar, para tomar agua, dormíamos en el piso (…) ahí estuvimos tres días”.
‘Salmo 91’, hay claves para adueñarse de las personas
Luego de estar en esa casa los enviaron a un potrero en Veracruz. Ahí las condiciones fueron a peor, dormían en un piso lleno de garrapatas, mismas que les picaron a ellos y a los niños. Se bañaban en un río mientras eran vigilados por hombres armados y comían sólo una vez al día.
“Ahí estuvimos tres días y dos noches. Desde ahí nos empezaron a pedir remesas, nos daban los teléfonos pero estando ahí ellos, para que pidiéramos dinero a nuestros familiares, pero ellos cobraban lo que enviaban. Nos quitaban 400 pesos de comisión y nos daban el resto que era para pagar la comida, y todo lo que vendían que era bastante caro”, explicaron.
“Ahí nos juntaron a todos por claves, había clave morado, clave escorpión, clave Salmo 91, San Judas, todos traían claves. Prácticamente las claves eran los dueños de las personas”.
Desde Veracruz llegaron a Puebla, en este caso por carretera y a bordo de un autobús de pasajeros a quienes ellos se refieren como Pullmas. “Pasamos por todo lo que fue carretera, ya pista. La policía acá como en Guatemala también se venden. Los retenes de policía nos pararon cinco veces. Llevan banderas, un carro que viaja delante y lleva el dinero. En todos los transportes había gente armada: “cuidado y dicen algo, cuidado y los niños hablan, tápenles la boca. Iba gente desmayada que ya no aguantaba. Así fue de Veracruz a Puebla, los hombres parados todos unos encima de otros y así fueron 17 horas con ese martirio. (…) ya les pegaban a los muchachos, a los niños”.
“En Puebla nos recibió una buena familia, en una casa particular. Ahí estuvimos un par de horas y de ahí nos movimos en Uber. La única vez que fuimos sentadas bien, porque sólo permitían llevar seis. De ahí llegamos a México, eso fue instantáneo pero llegar a México fue la cosa más difícil que pudo haber pasado. Desde Guatemala para Puebla nos trajeron guatemaltecos, pero ahí fueron mexicanos los que nos recibieron. Que nos metieron a una bodega con unas calamidades. Nos pedían dinero para poder comprar el agua. El poco dinero que llevábamos se nos terminó, lo más triste de todo es que todo era vendido. Desde una pastilla hasta una botella de agua costaba 50 pesos”, explicaron.
La explotación sexual como moneda de cambio
Señalaron que encontraron hasta 200 personas que tenían hasta un mes de estar encerrados. Había niños con síndrome de Down, con parálisis cerebral, y donde las enfermedades empezaron a esparcirse entre los migrantes. “Estando nosotros en México tuvimos el problema de que todos se empezaron a enfermar. Ahí había una epidemia enorme. Personas muriéndose en el suelo y ellos nos decían, nosotros no tenemos la culpa de que sus familiares no los quieran hijos de su chingada madre. A sus familiares ustedes no les importan, son basuras”, recordaron.
En este momento cuando todos enfermaron en la familia el hijo de seis años quien padece de asma fue al que más afectó la enfermedad llevándolo a desarrollar una fiebre muy alta. El medicamento, explicaron, les costaba el triple de los costos, y para cualquier padecimiento contaban con proveedores en farmacias con las que no necesitaban ningún tipo de receta. Pero sin dinero para compararlo los traficantes usan la explotación sexual como moneda de cambio.
“Para poder obtener esas pastillas había que hablar con el dueño de esa bodega. Pero no creo que fuera legal, antiguamente dijeron que había sido un convento por la fachada que se miraba. Pero era una instalación abandonada y en México. El señor me dijo “Querés pastillas”, te vas a tener que acostar conmigo. Decidí, porque tu hijo está enfermo y uno que puede hacer ahí. Uno con un hijo no puede decir que no, es la verdad. Entonces sucedió y él se sentó a la par mía y me dijo: Esto es fácil lo que estás viviendo me dijo el señor. Tal vez se tocó su corazón o como ya había obtenido lo que quería me dio un edredón para tapar a mis hijos”, recordó Norma.
En ese lugar estuvieron 11 días en que la desesperación también se esparció entre la población. En ese lapso se escaparon un total de ocho personas. Pero bajo la amenaza de que quienes los mantenían cautivos los iban a asesinar.
“Ahí seguían llegando personas de Soloma, algunos llegaban por frontera Gracia de Dios, algunos llegaban con brazalete, que era que ya habían pagado a la mafia (…) Cuando llegó el día de la salida nos dividieron en un camión se fueron 131, que iban más niños, que iban 24 niños, bebés, las niñas especiales y ese fue el sentido de nosotros porque le tomamos cariño a la nena. Pero en nuestro camión iban 91 y cuatro niños”, explicó.
“No wey, ese niño se te puede pelar ahí”
“A la hora que nos trasladaron a una bodega no entraba aire. Mi hijo empezó a sudar y sudar. Salimos al romplón (sic) y ese aire le hizo mal. Mi hijo desde que salimos de México, es por puro milagro que está vivo. Con una fiebre tremenda, más de 40 grados, ya sólo la boca abría. Iban los encargados cuidándonos y yo les pedía medicamento, les pedía porque mi hijo se me iba a morir”,
En este trayecto les venden a los viajeros pastillas para evitar que en el viaje de más de 36 horas tengan la necesidad de ir al baño. Mientras que a los niños les dan en el agua una mezcla de tranquilizantes para que duerman todo el trayecto, sin embargo, para la familia de Norma no hubo en ningún momento un apoyo para conseguir los medicamentos necesarios.
Sólo una vez detuvieron su trayecto, en un desierto, recordaron las mujeres. En ese momento, conocieron a la mafia, expresaron. Hombres fuertemente armados que se encargaron de contar al total de migrantes y si este número correspondía con los pagos que habían recibido.
Luego de más de 36 horas de viaje y con su hijo con una fiebre con la que ya no podía ni moverse la desesperación se hacía más grande. En Chihuahua fueron tres horas más para esperar a la persona que los iba a transportar, pero que no llegó debido a que tuvieron problemas para resguardarlos en la capital.
“De ahí se escuchó el radio donde le dijeron. Bueno ya tenemos el hotel al que los van a llevar. Ya aceptó la persona y ya vamos al hotel. Todavía dice él, bueno ni modo, tocará otra vez llegar al mismo hotel, no queríamos llegar ahí porque nos agarraron ahí un cargamento. Pero no especificaron de qué. (Hotel que fue cateado el pasado 22 de abril) Nos llevaron al Hotel Colonial.
Pusieron la salida del camión en dirección a un portón que daba a una bodega. Nos bajaron y corran y corran nos decían para entrar a una bodega donde encuentra uno mucha ropa y zapatos de la gente que ha estado ahí. Duerman en el piso, nos dijeron, y mi hijo enfermo. Cómo lloraba. Cuando a mí el mismo tipo que me dijo que mirara que hiciera con mi hijo, que si le había visto yo cara de farmacia, vio como estaba me dijo que si qué medicina utilizaba él le dije que necesitaba neumonil, ceftriaxona infantil, expectorante para la tos y si era posible un nebulizador nuevo. Nos dijo que le apuntara porque tenían una farmacia que les surten a ellos sin receta”.
“Le habló a otro que era mexicano y que le decía “no wey, tienes que conseguir esa medicina porque ese niño se te puede pelar ahí. Va a ser un gran problema eso, consíguete todo. Como lo tenía en el altavoz se escuchaba todo”, añadieron.
Luego de estar en la bodega los repartieron en distintos cuartos en este hotel. En cada habitación había al menos 13 personas. En este sitio fue donde se comunicó “Tony”, quien ahora les dio la noticia de que no podían seguir su camino a Juárez, pues tenían que comunicarse con un familiar.
“Me dijo yo ahora necesito 60 mil quetzales (120 mil pesos mexicanos) por cada uno o si no ustedes no van a salir de ahí. Cuando me dijo eso yo sentí que el mundo se me derrumbó y ya no sabía yo que hacer. No teníamos ese dinero”.
Ante esta inquietante noticia la familia decidió que ahí terminarían con esa pesadilla. Idearon un plan para escapar en los Ubers que los transportarían, prometiendo que un familiar haría el depósito. Sin embargo, esto no fue posible debido a que los iban a separar. “Entonces lo que decidimos fue llamar a la policía. (…) Nos dijeron que en una hora iba a llegar la policía, porque la señorita nos pedía la ubicación y no la teníamos. Yo le decía rastree mi ubicación, vénganos a sacar por favor. Pero era mentira, tuvimos que asomarnos y ver las direcciones. Y mire, sí estamos muy agradecidos porque ahora sí llegaron en 10 minutos. En Guatemala hemos vivido que pasan muchas cosas y llame y llame a la policía y nunca llega. Mi respeto para la seguridad porque en menos de 10 minutos llegando la policía”.
Al lugar llegaron cuatro unidades de la Policía Estatal y Guardia Nacional quienes fueron recibidos por la dueña del hotel. “La señora salió bien alterada porque era la segunda vez que le hacían lo mismo, que qué le querían hacer a su hotel. Nosotros oíamos todo y llegó ahí y nos dijo, necesito a la más viva de este cuarto que no le cueste hablar. A los otros les daba miedo, porque otros querían seguir. Porque todos íbamos engañados de distintas maneras, mucha gente que vendió todo, personas que les habían prometido pasar por avión todo México, otros que les cobraban de 10 mil hasta 15 mil dólares”, puntualizaron.
“Yo les hice gestos a una de las mujeres policías y ellos se quedaron con esa duda y los policías se quedaron ahí insistiendo. Pero ya no podíamos dejar que se fueran, porque teníamos miedo de que supieran que fuéramos nosotros quienes habíamos hablado. Yo pensé, si ellos se van aquí nos van a matar, yo agarré a mi hija me armé de valor y ya les pedí la ayuda. Les dijimos fuimos nosotros, sáquenos de aquí”, exigieron.
Interponer una denuncia se convirtió también en una odisea
Buscando interponer una denuncia en la Fiscalía General del Estado, les dijeron que no les iban a tomar declaración pues se trataba de una denuncia que debía interponerse ante la Fiscalía General de la República, FGR.
“Nos llevaron a la Fiscalía, entró el policía y explicó la situación y la persona agarró su mochila y nos dijo que no nos iba a tender, porque ya había llegado el abogado de la señora y el hijo. Le dijo que nos llevará a la FGR y el jefe de policía iba bien molesto, decía que eso ya lo iban a arreglar a la manera de ellos, pero se comunicaron con una funcionaria pública y dieron orden de que nos atendieran y nos tuvo que atender el muchacho, pero cuando a él se le dio su regalada gana”.
“Él trató de persuadirme de retractarme, me decía que si yo no pensaba que la señora podía ser sólo administradora y que la podía estar perjudicando. Así como usted está denunciando a usted la pueden denunciar por levantar falsos”, abundó Norma, y explicó que les decían que los iban a acusar de que no querían pagar el cuarto, pero ellas explicaron que ni siquiera tenían un registro, check in o firma que avalara eso, mientras que en los videos de las cámaras de seguridad se encuentra registro de sus testimonios.
“No vamos a hacer ningún trato, yo no le voy a firmar ningún documento. Sabe porque no lo voy a hacer. No vamos a llegar a ningún acuerdo porque mi hijo se estaba muriendo adentro de ese hotel y ellos lo sabían. Por qué no me llamaron una ambulancia para que me sacaran mi hijo de ahí, si saben que hay amnistía en México para nosotros, porque no me llamaron una ambulancia, estuvo 40 horas con fiebre”, condenó Norma.
El caso quedó abierto en la carpeta 19-2024-10019. Mientras que la Secretaría de Seguridad Pública del Estado confirmó la detención de una mujer por privación ilegal de la libertad.
En Guatemala sólo una caja las espera
Actualmente la familia se encuentra recibiendo amenazas de muerte desde Guatemala, han amenazado a sus familiares y tienen miedo de que haya represalias en su contra por esta denuncia que han interpuesto. Sin embargo, la familia afirma que no desistirá en su denuncia después de todo el infierno que han vivido.
“A mí me dijo mi tío, aquí ya no pueden regresar. Sí regresan sólo una caja las espera. Porque ellos saben donde viven, hasta nosotros peligramos y no me han dejado de llamar. (…) yo en mi declaración dije que tengo miedo de regresar a mi país. Entonces si pasó esto en este lugar, qué tanto nos pueden dar la protección, porque tanto mexicanos como guatemaltecos es una cadena que está acá”, dijo Marta.
“Yo venía del hospital y me llamó este hombre (Tony). Me dice: “Dale gracias a Dios que la policía te está resguardando en la Fiscalía, porque ya mis contactos en la Fiscalía y en la Policía a mí me informaron que ustedes mismos llamaron al 9-1-1 y se entregaron. Me echaron a perder mi negocio y yo necesito recuperar mi dinero, porque yo ya tenía un trato allá arriba. Me dijo, yo sé donde están, no me va a costar venir y comunicarme con la mafia y los pongo de rodillas. Yo recupero mi dinero de una u otra manera, y si no lo recupero la muerte de ustedes es mi recompensa. Se metieron con las personas equivocadas y que sepan que en Chihuahua no tendrán paz ni tranquilidad”, manifestó Norma por su parte. Para Norma y Marta es importante que todas las personas centroamericanas sepan cómo se están dando estos engaños y eviten caer en ellos. Asimismo, esperan que se haga justicia en su caso y a pesar de que de todos los migrantes que han visto, la mayoría no denuncia, sólo escapan o enfrentan su destino como parte de su viaje por México. En Centroamérica México es visto ya como el peor país y el más peligroso en el camino a Estados Unidos, un país controlado por el narcotráfico y en el que los migrantes son despojados de sus derechos humanos, vistos como una mercancía, dijo para finalizar.
Con información de: eldiariodechihuahua.com