Con flores y recuerdos, inician visitas en panteones municipales por Día de Muertos
Este 1 de noviembre, los panteones municipales abrieron sus puertas para recibir a familias y amigos que, entre flores y veladoras, comienzan su peregrinar anual en homenaje a los seres queridos que partieron.
Este día, dedicado a los Santos Inocentes, marca el inicio de las celebraciones de Día de Muertos, una tradición profundamente enraizada en la cultura mexicana que llena de color, aromas y nostalgia los cementerios.
Entre los visitantes se encuentran personas de distintos barrios y colonias de la ciudad, como Héroes de la Revolución y el Centro, así como aquellos que recorren largas distancias, provenientes de Ciudad Juárez y otros lugares, con el único propósito de estar cerca, al menos simbólicamente, de quienes ya no están.
Las tumbas, cuidadosamente limpiadas y adornadas, relucen con ofrendas de flores y velas que iluminan el camino hacia los recuerdos.
La festividad es mucho más que una visita al cementerio. Para muchas familias, representa un reencuentro espiritual con sus seres queridos. “No importa cuánto tiempo haya pasado, siempre venimos a visitar a mi madre, a mi padre… Aquí seguimos, porque sentimos que ellos también están presentes, que nos escuchan y saben que no los hemos olvidado”, comparten, quien cada año asisten.
La tradición también lleva a muchos a preparar desde días antes, cuidando cada detalle en la limpieza y decoración de las tumbas. Las familias relatan cómo, a lo largo de los años, han aprendido a celebrar y honrar la vida de quienes partieron, transmitiendo a las nuevas generaciones el valor de recordar, el amor a las raíces y el respeto hacia los ancestros.
A lo largo de este día y del próximo 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, personas continuarán llegando a los panteones para mantener viva esta celebración.
La conmemoración de Día de Muertos es un recordatorio de que, aunque el cuerpo ya no esté, el amor permanece vivo en la memoria.
En estas fechas, el cementerio deja de ser un lugar de luto para convertirse en un espacio de celebración, un sitio donde se reconoce la vida en su totalidad, con sus partidas y sus reencuentros. Para todos aquellos que visitan a sus seres queridos en estos días, cada tumba es un altar de amor, cada flor es un “te extraño” y cada vela encendida es un símbolo de luz y esperanza que nunca se apaga.