César Duarte robó hasta vacas de programas para ganaderos
Ciudad de México.- En junio de 2015 un barco de ocho pisos, cargado de vacas y borregos llegó al puerto de Mazatlán proveniente de Nueva Zelanda para formar parte de un programa de repoblamiento impulsado por el entonces gobernador de Chihuahua, César Duarte, y financiado con dinero público.
A mediados de 2014, César Duarte impulsó el programa de repoblamiento a través de la Secretaría de Desarrollo Rural del estado para remediar la crisis que vivía la entidad. La idea era aumentar el número de animales e incrementar sustancialmente la calidad de la carne.
De acuerdo con un convenio marco firmado desde 2011 que daba legalidad a la asignación de vacas, el valor total de los animales superó los 700 mil dólares —unos 11 millones 32 mil pesos. Según el esquema, los productores medianos y pequeños podrían obtener hasta 10 vaquillas, y las organizaciones ganaderas máximo 45 cabezas.
Sin embargo, el destino de los animales que llegaron en junio de 2015 de Nueva Zelanda se torció en inconsistencias burocráticas y una deliberada mezcla de registros y métodos de reubicación de las reses, según consta en registros de tránsito de ganado y documentación de la Secretaría de Desarrollo Rural de Chihuahua a la que MCCI tuvo acceso.
Las vaquillas llegarían a México a una edad que oscilaba entre los 12 y 18 meses. Les llaman “vientres”, es decir son hembras y de hecho venían cargadas. Por ello la esperanza para los pequeños productores era mayor porque obtenían la vaca y una cría de la raza Hereford y Angus, destinadas a la producción de carne.
Programas similares se han aplicado con recursos federales y, en este sexenio, forman parte de la Cruzada contra el Hambre. La idea es que los ganaderos de municipios que tienen bajos índices de desarrollo tengan la posibilidad de generar un mercado autosustentable.
Los grandes productores están excluidos de esos programas debido a que no requieren de apoyos financieros para lograr este tipo de mejoras.
Sin embargo, según MCCI, pudo documentar que al menos 903 reses arribaron a terrenos ubicados en Balleza, a nombre de César Duarte, donde por año se contabilizan hasta mil 500 animales. Otras reses fueron trasladadas a ranchos de Nayarit, contraviniendo las leyes con las que fueron compradas las vacas.
Por su parte, pequeños ganaderos que necesitaban las vacas se quedaron con los estragos por las escasas lluvias y además perdieron hasta 20 mil pesos por el crédito que tuvieron que solicitar para adquirir animales que nunca les llegaron.
La práctica del gobierno de Duarte Jáquez hizo perdidizas algunas de las reses, o al menos su documentación ya que en los archivos de la Secretaría de Desarrollo Rural no hay papeles que avalen el desembarco de los animales, tampoco hay una relación exacta de los aretes ni las firmas que deberían corresponder por parte de las autoridades federales.
Existe un documento llamado “permiso de internación”, que contiene una relación detallada del animal que llega, el arete que le corresponde y sus características. El documento es expedido por autoridades federales y el gobierno local en la Secretaría de Desarrollo Rural debe contar con una copia, pero “no aparece”, según MMCI.
Lo mismo ocurre con las facturas que acreditan la propiedad de todos los animales que llegaron de Nueva Zelanda.
Sin embargo, pese a los vacíos en la documentación, el gobierno de Chihuahua cuenta con un sistema para el rastreo de las vacas. Con el número y los puntos de inspección que deben cruzar los animales a lo largo del país, puede hacerse un mapeo de dónde se ubican y hacia dónde se mueven.
El actual gobierno, encabezado por Javier Corral, tiene la certeza de que el apoyo ganadero no llegó la gente incluida en un convenio firmado entre las autoridades del gobierno de César Duarte y la Unión Ganadera División del Norte. Lo mismo ocurrió con un acuerdo entre esa unión y Financiera Rural, organismo federal que otorgó las garantías líquidas–es decir que era quien respaldaba a los ganaderos para que fueran sujetos de crédito–para que se diera un préstamo a los pequeños productores que habían resentido una severa sequía en 2013.
Según datos de la Secretaría de Desarrollo Rural en Chihuahua, esas vacas terminaron en ranchos propiedad del exgobernador César Duarte, funcionarios de su gobierno, como el extitular de la Comisión de Vivienda Raúl Javalera; en el rancho de la Unión Ganadera División del Norte o los familiares del exgobernador Nayarita, Roberto Sandoval.
Todos ellos tenían de antemano una población de más de 50 cabezas de ganado en sus tierras. La Unión Ganadera es una agrupación de productores que fue fundada en 2005 por el propio César Duarte y por Carlos Hermosillo —quien fue diputado federal, colaborador cercano al exgobernador priista y que falleció el 20 de marzo pasado.
La organización es la segunda agrupación ganadera del estado y aún ejerce gestiones para los productores.
En Chihuahua, según el artículo 215, del código penal del estado, quien se apodera de una o más cabezas de ganado sin derecho y sin consentimiento de quien es dueño legalmente, comete el delito de robo de ganado. Los castigos a este delito van de 13 a 15 años de prisión y una multa de hasta 500 veces el salario mínimo (unos 40 mil pesos en 2017). La multa y los años de prisión depende del número de vacas robadas, la pena máxima se aplica cuando se roban más de 10 cabezas.
Sin embargo, sólo se persigue si hay una denuncia. Los productores desecharon esa posibilidad porque aseguran que aún son beneficiarios de otros programas sociales y temen que los apoyos se vengan abajo por pelear el caso.
Cómo se robaron las vacas
Según el reportaje de MCCI, cuando un barco ganadero llega a México, usualmente el ganado pasa tres o cuatro días bajo vigilancia de veterinarios para certificar que no tienen tuberculosis, brucelosis u otras enfermedades que puedan comprometer la sanidad de la carne o de los hatos.
Sin embargo, las que llegaron en junio de 2015 desde Nueva Zelanda fueron trasladadas casi de manera inmediata a los terrenos de la Unión Ganadera Regional División del Norte, en Chihuahua. De esta maniobra, incluso la Sagarpa grabó un video, pero no hubo corrales para que descansaran y fueran revisadas por veterinarios como marca la ordenanza en la importación de ganado.
El sistema se consulta en una computadora después de acceder con un par de claves y permite ubicar el movimiento del ganado, según lo van reportando los puntos de revisión que se encuentran distribuidos por el país. MCCI pudo consultar parte de la documentación con la que se siguió el trayecto de algunas de las vacas.
Con este reporte, se pudo saber dónde está el ganado que debió quedarse en los ranchos de los pequeños productores y cómo fue a parar a territorio nayarita y a ranchos en los municipios de Balleza y Saucillo, en Chihuahua.
En octubre de 2016 se detectaron camiones con vacas que intentaron burlar puntos de registro de la Secretaría y de la Sagarpa. Las maniobras para evadir los puntos de revisión prendieron los focos rojos de la dependencia y comenzaron a rastrear el ganado.
Sólo en ese cargamento encontraron 53 vacas que iban rumbo a los ranchos de Nayarit, específicamente al rancho de Raymundo Sandoval Castañeda ubicado en el municipio de San Blas.
Los pocos papeles que tenían los ganaderos daban cuenta de que otras 53 vacas más estaban por ser trasladadas y su destino era también Nayarit.
El conductor no contaba con las facturas que acreditaran la propiedad de las vacas, varias estaban identificadas con el fierro del rancho de César Duarte y vinculadas a la Unidad Productiva Pecuaria (UPP) del rancho El Saucito, que está registrado a nombre de Duarte.
Al revisarse las reses, resultó que pertenecían al cargamento de Nueva Zelanda que llegó a Mazatlán. Las autoridades de Desarrollo Rural dieron parte de las irregularidades en un par de reportes de los que MCCI tiene copia. Ese hecho dio pie a una búsqueda de todo el ganado que había bajado del barco en junio de 2015.
Los rastreos de las vacas neozelandesas revelaron que al menos 903 no estaban en los ranchos de productores con menos de 45 cabezas de ganado, sino en terrenos ubicados en Balleza, a nombre de César Duarte.
En las verificaciones de asignación del ganado resultó que algunas vacas llegaron directamente al rancho de Duarte o bien a nombre de ganaderos como Raúl Fernández Moreno y Refugio Leal Loya, quienes en menos de tres meses movilizaron las vacas a las propiedades de la Unión Ganadera.
Además, según el contrato marco firmado entre el gobierno estatal y la Unión Ganadera Regional División del Norte, las vacas no debieron salir del estado, pero los reportes de SINIIGA, ubican a más de 600 reses en los municipios de Ahuacatlán y San Blas en Nayarit.
Tampoco podían abandonar los ranchos de los productores a los que se les había asignado y no podían ser vendidas en un periodo menor a tres años. Sin embargo, según el papeleo, algunas fueron vendidas dos veces en menos de seis meses e incluso hay una que terminó sacrificada en el rastro de SUKARNE.
También resultaron beneficiados funcionarios del exgobernador como Raúl Javalera quien se desempeñó como titular de la Comisión Estatal de Vivienda durante el gobierno duartista.
Para la entrega de las vacas, los pequeños productores debían firmar un contrato con la Financiera de la División del Norte para pagar a crédito las reses que adquirían. Una vez que terminaba de pagarse el anticipo, se las entregaban.
Las que llegaron a tierras propiedad del entonces gobernador no fueron condicionadas a ningún contrato. Prácticamente después del aretado en la División del Norte, fueron llevadas a los ranchos.
Según documentos de la Secretaría de Desarrollo Rural, se pudo rastrear que 682 vacas llegaron a territorio nayarita. Algunas específicamente al rancho de Las Cañas, en el kilómetro 8 de la carretera Villa Hidalgo Guadalupe, en la localidad de Aután, en San Blas Nayarit.
Esta es propiedad de Raymundo Sandoval, hermano del exgobernador nayarita Roberto Sandoval, quien hizo una declaración respecto a las reses en octubre de 2016 cuando Proceso dio a conocer el traslado de algunas reses.
Sandoval aseguró que las vaquillas sí habían ido a parar a su rancho, prácticamente como una acción humanitaria porque en el territorio chihuahuense había sequía. “De no hacerse el traslado, las vaquillas iban a morir de hambre”, dijo Sandoval en entrevista publicada en el número 2075 de la revista Proceso. Incluso aseguró que estaba en la mejor disposición para devolver las vaquillas cuando el gobierno local de Chihuahua lo pidiera.
En entrevista telefónica con MCCI, el exgobernador de Nayarit negó que el ganado estuviera en un rancho de su propiedad y dijo que los intercambios con otros estados se hacían en tierras que no le pertenecían.
El exgobernador nayarita ha presumido en múltiples ocasiones su origen humilde, pero él mismo durante su gestión como gobernador que concluyó en septiembre pasado, ofreció un recorrido a medios locales en noviembre de 2012 por su rancho El Sueño, de 17 hectáreas en San Blas, Nayarit. Proceso documentó el 17 de agosto de 2017 la afición del mandatario estatal por los caballos pura sangre.
Con respecto al caso de su hermano, Raymundo Sandoval Castañeda,el exmandatario aseguró que “tiene unos corrales” a un lado del rastro municipal y es tablajero.
Lo cierto es que, según documentos oficiales, llamadas guías de tránsito, en octubre de 2016 se movilizaron 70 vacas y 36 vaquillas de Balleza, Chihuahua, a una unidad productiva llamada “El Estiladero” en el municipio de Ahuacatlán, Nayarit, identificada como propiedad de Raymundo Sandoval.
En tanto, los productores que estaban registrados en el programa de repoblamiento, todavía esperan las vacas.