Mensajes de texto enviados a Emma Coronel asestan duro golpe a “El Chapo”
El gobierno de Estados Unidos presentó como documentos de prueba contra el narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, una amplia serie de mensajes de texto intercambiados entre el capo, su esposa y otras personas asociadas al tráfico de drogas.
Al continuar con su testimonio como testigo de la fiscalía, el agente especial del FBI, Stephen Marston, leyó ante el jurado en la Corte Federal del Distrito Este, en Brooklyn, Nueva York, la transcripción de varios mensajes de texto que implicaron directamente a El Chapo Guzmán en el tráfico, distribución y venta de drogas ilegales en Estados Unidos, delitos que se le imputan al narcotraficante.
Los mensajes de texto fueron interceptados por el FBI en los sistemas de comunicación de El Chapo gracias al trabajo y cooperación de Christopher Rodríguez, un joven colombiano que trabajó para el capo y para la organización de tráfico de cocaína de Colombia de los hermanos Cifuentes.
Christopher Rodríguez tiene actualmente 31 años y es testigo protegido del FBI.
En 2008, el colombiano le instaló a El Chapo un sistema encriptado de comunicaciones para establecer llamadas telefónicas seguras, enviar mensajes de texto y correos electrónicos difíciles de intervenir, así como una aplicación (software) de espionaje.
Dos años después, a partir de febrero de 2010, Rodríguez comenzó a trabajar con el FBI usando el mismo sistema de comunicaciones que le instaló a El Chapo para que el gobierno estadunidense interceptara sus llamadas, sus mensajes de texto, correos electrónicos y lo pudieran ubicar por medio de los aparatos electrónicos que usaba para comunicarse.
“Christian podría ser elegible a recibir los 5 millones de dólares que ofrecía el Departamento de Estado por información que conllevara a la ubicación y captura de El Chapo”, declaró el agente Marston.
El testigo protegido del FBI, que no está acusado de ningún delito en Estados Unidos pese a colaborar con los Cifuentes y El Chapo en el tráfico de drogas proporcionándoles los sistemas de comunicación encriptados, estudió hasta el tercer semestre de la carrera de Ingeniero en Comunicaciones.
Al darse cuenta de la facilidad con la que entendía el sistema de comunicaciones cibernéticas puso su negocio y fue contactado por los Cifuentes.
Los narcotraficantes colombianos pusieron a Rodríguez en contacto con El Chapo sin saber que eso sería el inicio del derrumbe el imperio del trasiego de drogas del capo sinaloense.
Daba órdenes a través de Emma Coronel
En la sala de la corte a cargo del juez Brian Cogan, Marston dio lectura a la transcripción de mensajes de texto enviados poco antes y después de la fuga de El Chapo de una casa en Cabo San Lucas, Baja California Sur, el 22 de febrero de 2012.
Destacaron los mensajes de texto entre El Chapo y su esposa, Emma Coronel, sobre la emisión de órdenes a lugartenientes del narcotraficante sobre medidas de seguridad, casas de seguridad y operaciones para evadir redadas del Ejército o la Policía Federal.
Por medio de los “teléfonos especiales” (BlackBerry) preparados por Rodríguez, Emma Coronel recibía instrucciones de El Chapo, amén de mensajes amorosos; ella también daba opiniones a su marido respecto a las órdenes que se tenían que dar a los trabajadores del capo.
Resultó catastrófico para la defensa de El Chapo que el jurado leyera y escuchara de boca de Marston que el padre de Emma Coronel usara su BlackBerry para coordinar el envió de “kilos de cocaína” a Estados Unidos y los detalles del trasiego.
Los mismo fue para El Chapo cuando el agente del FBI, bajo el interrogatorio del fiscal Michael Robotti, leyó un mensaje de texto entre el acusado y una mujer identificada como Agustina Cabanillas Acosta, supuesta amante del capo del Cártel de Sinaloa.
Con Cabanillas El Chapo intercambió mensajes sobre el tráfico, distribución y venta de “hielo” (metanfetaminas) en entidades estadunidenses como Phoenix, Arizona, y Detroit, Michigan.
Las comunicaciones interceptadas a Guzmán Loera y su círculo amoroso y de colaboradores más cercano expusieron también documentos.
Entre ellos están las actas de nacimientos de las mellizas que tuvo con Emma Coronel, la solicitud de ésta para conseguir el pasaporte estadunidense y recibos médicos sobre la liposucción a la que se sometió Cabanillas Acosta a finales de 2011.
Había mensajes de “narcodiputada”
Entre los personajes relacionados con El Chapo en el sistema de comunicaciones presuntamente encriptado, se mencionó también el nombre de Lucero Guadalupe Sánchez López, la llamada “narcodiputada” a quien también se le relacionó sentimentalmente con Guzmán Loera.
Cuando se daba lectura a los mensajes electrónicos, los rostros El Chapo, Emma y sus tres abogados era de notoria angustia. La fiscalía le asestó un golpe mortal a la defensa, que pretendía establecer ante el jurado que los cargos de narcotráfico y lavado de los que se acusa a El Chaposon un mito e invento del gobierno de Estados Unidos.
En esta audiencia del juicio no hubo los ya tradicionales mensajes de amor entre El Chapo y Emma. La sombra de la derrota estaba sobre la mesa de los abogados al extremo izquierdo del juez Cogan.
Miradas de hielo al “traidor”
Cuando el agente del FBI terminó con su testimonio, la fiscal Andrea Goldbarg llamó al estrado de los testigos al joven Rodríguez.
Vestido con un traje azul, camisa blanca y corbata azul, el experto colombiano en ciberseguridad intentó concentrarse en responder a las preguntas de la fiscal y evadir la mirada de hielo que le lanzaba El Chapo, quien parecía no poder contener esa actitud sobre quien lo traicionó.
Rodríguez narró que se reunió cara a cara con El Chapo en la sierra de Sinaloa una docena de veces, que habló por teléfono con él más cientos de ocasiones, y que le cobro 100 mil dólares por instalarle el primer sistema de comunicaciones encriptado.
En su relató en la Corte, el joven colombiano explicó que a El Chapo el gustaba tanto el juguetito cibernético que le instaló, que le pidió usar la aplicación de espionaje en teléfonos y computadoras para saber que hacían sus colaboradores y mujeres.
En una ocasión en la sierra, de acuerdo con lo que declaró Rodríguez en la Corte, El Chapo se encontraba con una mujer y, mientras el capo la entretuvo tres minutos, Rodríguez le instaló la aplicación de espionaje.
Con esa aplicación, El Chapo podía escuchar las llamadas telefónicas, leer mensajes de texto y correos electrónicos, así como abrir los micrófonos de los teléfonos y computadoras secretamente para escuchar lo que se decía alrededor de los aparatos electrónicos en los lugares donde se encontraban.
Con información de: proceso.com