Bajo condiciones precarias trabajan los pepenadores en el relleno sanitario
Bajo condiciones precarias trabajan los pepenadores en el Relleno Sanitario, quienes durante 10 horas laboran separando los desechos bajo los intensos rayos del sol y sin equipamiento adecuado. Candelaria, quien recolecta botes de plástico en el lugar, mencionó que jamás le han entregado guantes y botas, lo que pone en riesgo su integridad ya que esta en contacto directo con jeringas, ajugas, cuchillos y vidrio.
A poco menos de un par de kilómetros de la carretera Parral-Jiménez, una brecha de terracería conduce a lo que debería de ser un Relleno Sanitario. Sin embargo, en su lugar se encuentra una muralla de basura.
Lo que hace unos años era un orificio de 15 metros de profundidad, actualmente se encuentra cubierto en su totalidad por toneladas de escombro y desechos que diariamente llegan trasladados por camiones recolectores.
Justo a la mitad de aquella muralla se encuentra una pequeña casa de madera. En su interior Candelaria está organizando los botes de plástico que desde temprana hora comenzó a recoger, con la primera llegada de los camiones recolectores.
La mujer de 49 años que se encontraba sentada en un bote de pintura narró que desde hace 20 años labora como pepenadora, debido a que su padre no tenia trabajo, por lo que comenzó en el antiguo basurero municipal.
Comentó que desde hace cuatro años trabaja en el Relleno Sanitario y desde entonces, nunca les han entregado equipo para trabajar, refiriéndose a guantes, overoles, botas, cubre bocas, entre otras cosas.
Mientras la mujer comentaba las peripecias que ha vivido al trabajar, el rugir del motor de una maquina pesada interrumpió la conversación. El tractor comenzaría a acumular los escombros, acción tras la que se retiraron algunas personas dispersas en el lugar.
Candelaria retomó la palabra y mencionó que “Hay ocasiones que entre la basura nos encontramos jeringas, ajugas, cuchillos o vidrio y podemos cortarnos o lastimarnos, debido a que no tenemos con que cubrirnos las manos”, finalizó.
Los rayos del sol de mediodía comenzaban a golpear las miles de bolsas repletas de basura, generando un intenso aroma putrefacto que se percibía prácticamente en todo el lugar, donde lo único que podía observarse eran colchones viejos, piezas de vehículos, tinacos, cientos de neumáticos, piezas de televisores, bases de cama, botellas de vidrio y plástico.