Blas Godínez, lucha por no olvidar la tragedia que marcó su vida
Chihuahua.- Con 50 kilos menos y luego de seis cirugías debido al balazo que recibió en la cabeza hace un año, el doctor Blas Godínez Ortega, alcalde electo de Gómez Farías, incapacitado hasta la fecha para ejercer el cargo, fue dejado solo por el Gobierno Federal y Morena, partido al que le dio la Presidencia Municipal de un pueblo dominado por el PRI desde hace décadas, hasta el pasado 2018.
La escolta de la Policía Federal le fue retirada en los primeros meses de la administración de Andrés Manuel López Obrador y el apoyo para las intervenciones quirúrgicas y las terapias de recuperación no ha sido como se lo prometieron.
Tampoco ha sido cumplido el compromiso que, antes de recibir el balazo el 7 de septiembre del año pasado, hizo el presidente López Obrador en una visita a Chihuahua, de investigar a fondo y hacer lo que fuera necesario para localizar vivo o muerto a su padre, Blas Godínez Loya, secuestrado por un grupo armado el 9 de noviembre de 2017.
Ambos delitos -el ataque en su contra y el secuestro de su padre- siguen en la impunidad, sin avances en las investigaciones, de las que la familia y el médico han quedado apartados.
Godínez Ortega, de 35 años de edad, ahora vive con su familia -madre, esposa e hijas, que además son sus enfermeras de 24 horas- en una casa de la capital del estado resguardada por agentes estatales armados.
Hace 15 días tuvo la última operación de la media docena que ha tenido desde la primera intervención. Apenas puede decir oraciones básicas para comunicarse, se levanta y camina con apoyo humano y de aparatos.
En su cabeza hay una tormenta de ideas de forma permanente, que batalla para articular y comunicar, según la descripción médica de quienes lo atienden. Es que aún tiene problemas de memoria y de aprendizaje, pues el daño que ocasionó el balazo le afectó partes importantes del cerebro relacionadas con la vista y el oído del lado izquierdo, así como la motricidad del lado derecho de su cuerpo.
Para sus allegados no hay duda de que se va a recuperar, pero será un proceso lento. El hecho de que esté vivo luego de un balazo en la cabeza, rodeado de su familia, ya es ganancia. Con eso están conformes ahora, aunque se esfuerzan, hacen todo lo necesario y gastan todo lo que tienen en lograr que recupere sus funciones básicas, ahora que se han estabilizado las vitales.
Godínez y su familia se niegan a una entrevista. Pero aceptan una visita de El Diario con la condición de que no se tomen fotografías, no sea revelada su ubicación y se acepten respuestas escuetas a un mínimo de preguntas básicas. Por la situación en que se encuentra, para él y su familia lo importante es trabajar en la recuperación plena, antes que hacer públicas las condiciones en que viven y sus apreciaciones sobre lo ocurrido, sobre las dos tragedias que los han marcado para siempre.
**Recuerda la tragedia que marcó su vida**
Todos los días el doctor Godínez se incorpora de su cama con ayuda de su madre Rosa Emma o su esposa Ivonne, quienes son enfermeras de profesión y se turnan para darle todos los cuidados y acompañarlo a sus terapias de recuperación en las clínicas a las que debe acudir siempre custodiado por policías.
La tarea no es sencilla, aunque ya no es el hombre corpulento de más de 1.80 metros y 112 kilos de peso que tenía al momento del ataque. Ahora pesa 72 kilos, pues pasó 9 meses sin comer de manera normal, ya que era alimentado por una sonda gástrica.
Sin embargo, es complicado ayudarle a realizar todos sus movimientos, lo cual es necesario debido a que no ha recuperado la autonomía motriz de antes.
Está en proceso de reaprender a comer, hablar, caminar y recordar su existencia, de la que recibe “flashazos” todo el día, todo el tiempo, aunque por ahora no pueda hilar cronológicamente lo que ha sido su vida. Por ello igual recuerda sus tiempos de estudiante universitario en Ciudad Juárez que su ejercicio como médico en Gómez Farías, todo casi en el mismo instante; por ello también a veces olvida o no sabe cuáles son los nombres de sus allegados que conviven con él de forma rutinaria o bien, recuerda hechos, cosas y personas de antes.
También se muestra ido en ocasiones, convenientemente según quienes lo miran con optimismo, pues así evade lo que no quiere responder cuando le preguntan si comprendió algo que le pasaron para que leyera o cuando comete el gran error de no recordar el nombre de alguien cercano.
Sus allegados lo definen como un hombre juguetón y bromista, descripción que no coincide a cabalidad con la imagen que proyectaba en sus fotos del tiempo en que daba entrevistas para difundir el caso de su padre o de cuando estaba en campaña por la Presidencia Municipal de Gómez Farías.
Precisamente sí recuerda el secuestro de su padre del mismo nombre y partes de aquella madrugada de noviembre de 2017 que marcó la vida de toda su familia.
Recuerda las generalidades, no todos los detalles, como aquella llamada con su papá a las 3:15 horas de la madrugada del día 7, luego de horas de balacera en el pueblo, diciéndole que estuviera listo por si, pasados los balazos, tenían que ir a dar apoyo al Hospital Regional si es que llegaban heridos.
Alrededor de las 3:45 horas llegó el grupo armado por el doctor Godínez y ya no se supo más de él. Eso lo conserva en su memoria como una tarea pendiente.
**Los días al borde de la muerte**
El médico no recuerda las horas previas al balazo ni la reunión con su equipo de trabajo con el que el sábado 8 de septiembre de 2018 asumiría el gobierno de Gómez Farías.
No recuerda al atacante ni se ha interesado en la investigación que se supone se sigue de oficio, como tampoco lo han hecho sus familiares, que han encaminado todos sus esfuerzos en su recuperación, dado que el proceso es lento, doloroso y muy costoso, tanto como para desfalcar a cualquier familia, por muchos recursos que se tengan.
Godínez se asume como doctor porque desde el principio ese trato le han dado sus colegas, enfermeros, terapeutas y todos cuantos le han ayudado.
Pero aún no tiene conciencia plena, como médico, del daño que padeció y que poco a poco ha ido superando.
Tampoco la tiene del momento del ataque ni las horas y días que estuvo al borde de la muerte. No recuerda cómo fue trasladado a Chihuahua desde Gómez Farías, acompañado de su esposa que llegó ensangrentada al hospital y rogándole a Dios que pudieran salvar la vida de su marido.
En medio del coma en el que permaneció un tiempo, su hija mayor rogó por verlo mientras estaba en un área restringida, hasta obtener el permiso del médico tratante. La presencia, el contacto y las palabras de su hija aceleraron el ritmo cardíaco del médico, señal de que percibía lo que ocurría a su alrededor.
De ello guarda algunos chispazos que a veces le recuerdan y le platican sus familiares.
Por esos días perdió la barba característica que tenía. Debieron rasurarlo por razones médicas. Su esposa se opuso lo más que pudo, debido a que Blas le había dicho que se la dejaría y sólo se la cortaría hasta que su papá estuviera de vuelta. Era una manda dejarse crecer la barba todo lo que fuera.
Pero los procedimientos médicos obligaron a quitársela, lo que su esposa le aviso y le consultó aunque permaneciera inconsciente.
Hoy el médico se ha dejado de nuevo la barba porque mantiene el compromiso de mantenerla así hasta que aparezca su padre.
Luce muy diferente a como era antes del ataque, pues además del peso que perdió, son evidentes los daños que le dejó la bala que ingresó cerca de su cavidad ocular del lado izquierdo y le afectó esa parte del cerebro.
**”Pásame el ciprofloxacino”**
“Pásame el ciprofloxacino”, le dice Godínez a quien tiene sentado a su lado, mientras apunta con la vista el salero de la mesa.
Ante el desconcierto de su interlocutor, insiste con el ciprofloxacino, como si en verdad hubiera un medicamento enfrente y no un frasquito con sal común y corriente.
No es una broma, es la vida común del doctor y de quienes están a su alrededor, que han debido ser pacientes para acompañarlo con amor en su recuperación. La confusión entre lo aprendido y lo que vive hoy parece ser algo normal, aceptable en su proceso de recuperación, aunque parezca no tener sentido llamar a la sal con el nombre de un antibiótico.
Para los médicos que lo tratan estos son avances sorprendentes para un hombre que recibió un balazo en la cabeza, del lado izquierdo del cerebro, donde se le alojó; y lo llevó a perder movilidad en el lado opuesto del cuerpo, que ahora lucha por recuperar.
Hace aproximadamente tres meses comenzó a comer de nuevo, a integrarse a la dieta familiar, una vez que le fue retirada la sonda por la que era alimentado durante el tiempo en que no pudo ingerir los alimentos de forma habitual.
Celebró su cumpleaños número 35 el pasado 15 de julio comiendo barbacoa en compañía de su familia y unos cuantos allegados que se mantienen pendientes de su salud.
También ha comenzado a leer pequeños textos, mensajes en el teléfono o algunos escritos, que unas veces sí y otras no logra comprender plenamente.
Las oraciones más básicas son las que puede pronunciar de forma fluida, pues construcciones verbales más complejas aún no las ha logrado, aunque se encamina a ello.
“¿Qué pasó, güey?”, es, por ejemplo, una frase de las aprendidas recientemente por el doctor, ante la cual lo regañan constantemente porque a veces la dice sin distinción a cualquier persona.
Otras son tan comunes como preguntar a alguien a dónde fue y con quién o decir la fecha del día y las actividades programadas que tiene.
De hecho su vida transcurre entre terapias todos los días, pues acude a ciertas clínicas -cuya ubicación se mantiene también bajo reserva- y se lleva tareas para la casa, a fin de que pueda tener una mejor evolución, recuperando movilidad y ganando masa muscular de forma constante.
Así, su situación ha dejado de ser crítica, pero nadie sabe hasta dónde avanzará y cuánto tiempo de rehabilitación le llevará.
**La investigación del crimen, sin avances**
“Camilo” -como también le dicen de cariño al doctor Godínez, por un apodo familiar que se le quedó de por vida- está muy lejos de la rutina común y de la tranquilidad que hace unos años vivía y respiraba en Gómez Farías.
El ajetreo ha sido otro desde el secuestro de su padre, su búsqueda incansable por parte de él y sus hermanos César y Alfredo.
El cambio comenzó aquella madrugada de noviembre de 2017, cuando debió asumir el rol de cabeza de familia que tenía su padre, el otro médico Blas Godínez, director del Hospital Regional de Gómez Farías.
Desde entonces todo cambió, porque la incertidumbre de no encontrar a su padre lo llevó a buscar en todos los pueblos cercanos e incluso a contactar a los líderes de grupos del crimen organizado, para pedirles de favor que le entregaran a su papá, ya fuera vivo o muerto.
Ese ajetreo continuó al aceptar la candidatura de la alianza Partido Encuentro Social, Partido del Trabajo y Morena, para la Presidencia Municipal.
La campaña fue intensa. Visitó todos los pueblos y comunidades para pedir el voto, a la vez que continuaba con la labor de buscar pistas sobre lo que había ocurrido con su papá.
Jamás tuvo miedo antes del ataque. Jamás alguna señal de que hubiera sido amenazado o pensara que corría algún riesgo. Siete meses antes de recibir el balazo lo dijo sin temor: “sólo queremos recuperar a nuestro padre, le pedimos a quien se lo llevó que nos digan dónde está, incluso si ya no está con vida”.
Sus allegados recuerdan que en el cierre de campaña lloró cuando de forma sorpresiva su hija mayor le leyó una carta, en la que le decía lo orgullosa que estaba ella de su padre. Fue su mayor momento de debilidad conocida públicamente.
Sus prioridades estaban, además de la constante búsqueda, en el combate a la pobreza y en obras de beneficio social para el pueblo, pero desde luego también en materia de seguridad, pues el municipio tiene años sin siquiera tener una Policía Municipal, como lo mostraba desde hace años su comandancia abandonada, sin patrullas y sin personal.
Cuando tenía todo listo para asumir el cargo de alcalde, con el respaldo social y el apoyo de un equipo de colaboradores que conocía de siempre el médico, vino el ataque hacia su persona.
Dicho ataque, cuentan sus allegados, mostró la genuina personalidad del doctor Godínez: un hombre solitario pidió ayuda por un dolor de estómago y el médico, alcalde electo con otras ocupaciones, pidió a todos sus colaboradores que lo dejaran para consultar al paciente que había llegado de forma sorpresiva, momento que aprovechó el atacante para dispararle con un revólver y huir. Esa era su personalidad, tenía vocación para ayudar, vocación que confían algún día habrá de recuperar.
El tema de la investigación del caso no lo evaden Godínez ni sus familiares. Simplemente la desconocen y a estas alturas poco les importa. Todo sigue impune, pero eso ha pasado a segundo término para los afectados, que ahora tienen otras prioridades, como sobrellevar la tragedia.
**Al escándalo siguió el abandono**
La agenda del doctor Blas Godínez aparece llena de citas médicas y terapias para recuperarse. Ha pasado un año y eso representa apenas un porcentaje mínimo del tiempo que requiere para su recuperación plena, que hasta la fecha no puede darse por sentada.
Desde hace un año los doctores que lo atienden dicen que debe ser un día a la vez. Están sorprendidos del avance logrado, pero se mantienen en eso: un día a la vez, sin arriesgarse a más pronósticos.
Por eso es que en su agenda no puede estar su regreso como alcalde de Gómez Farías, donde despacha su suplente Alen Muñoz. No es algo en lo que piense por ahora, que se conforma con recibir noticias de su pueblo de origen, donde están sus raíces familiares y la vida que hizo siguiendo los pasos de su padre.
No lo dicen, pero sus allegados asienten cuando se les cuestiona dónde están los compromisos de Andrés Manuel López Obrador para con su familia, dónde están los representantes del Gobierno Federal que se supone darían seguimiento a su caso y dónde están los partidos que lo postularon como candidato a presidente municipal, aprovechándose de su notoriedad nacional y buena fama regional.
Los familiares han entregado cartas directamente al presidente López Obrador y con intermediarios que laboran para la Delegación de Programas Federales, encabezados por Juan Carlos Loera, pero hasta la fecha no han recibido respuesta a solicitudes muy concretas de apoyo.
Ahora Godínez y sus familiares enfrentan la adversidad en todo sentido, pues los padecimientos catastróficos que siguen a una herida de bala de esta magnitud, difícilmente puede solventarla una familia, por muchos recursos que tenga a su alcance.
El tema del gasto genera discusión en la familia y allegados. Unos dicen que sólo pueden tener agradecimiento hacia los gobiernos estatal y federal que han ayudado al doctor a recuperarse, pero otros lo rechazan y sí reclaman el abandono de la Federación que siguió al escándalo a causa de la tragedia que ha marcado a los Godínez desde hace casi dos años. (David Piñón Balderrama / El Diario)
Cronología: En el olvido, tragedia de los doctores
-9 de noviembre 2017
Tras una balacera que dura por horas en Gómez Farías, el director del Hospital Regional, Blas Godínez, fue secuestrado por un grupo armado; hasta la fecha se desconoce dónde se encuentra
-10 de noviembre de 2017
Por el miedo de las horas previas, la Universidad Autónoma de Chihuahua se ve obligada a sacar de la región a médicos pasantes que prestaban sus servicios en el Hospital de Gómez Farías y centros de salud
-13 de noviembre de 2017
Para el comienzo de la semana cierran clínicas en Ignacio Zaragoza, Gómez Farías, Buenaventura, Madera y Namiquipa. Hasta la fecha no se han normalizado las operaciones, pues dejaron de acudir universitarios y los empleados laboran en condiciones difíciles
-25 de febrero de 2018
Poco más de tres meses después de la desaparición de Blas Godínez padre, sus familiares insisten en pedir auxilio a todas las autoridades; Blas Godínez hijo da a conocer que podría ser candidato a presidente municipal de Gómez Farías, postulado por Morena y otros partidos
-28 de marzo de 2018
El dirigente estatal de Morena, Martín Chaparro Payán, dio a conocer de forma oficial la postulación de Blas Godínez como candidato a presidente municipal de Gómez Farías
-7 de septiembre de 2018
En la noche previa a jurar como alcalde, fue atacado por un tirador solitario que le disparó a la cabeza; a la fecha el doctor aún no se repone de las lesiones causadas por el proyectil que le dañó gran parte de la parte izquierda del cerebro. Tanto el secuestro de su padre como el ataque sufrido se mantienen impunes
Con información de: eldiariodechihuahua.com